¿A qué le tememos cuando hablamos de la muerte?

Como no puedo hablar por nadie, personalmente pienso (o mejor dicho asumo) que la muerte es el final de todo, no habrán sentidos, placeres, cielo o infierno, sensaciones…es decir que, al menos yo, terminaré de la misma forma de una piedra, un animal muerto, inerte, esperando la descomposición del cuerpo y a la vez como una piedra, un estado de perfección porque ya nada me faltará o sobrará.
Pero la muerte no es tan mala como se piensa, hagamos un ejercicio en el que nos imaginemos la forma de ser de la muerte, sus atributos, por así decirlo, como si fuera otra persona.
Para empezar, la muerte no discrimina absolutamente a nadie, ahí empieza a parecerme interesante esa cualidad, porque los humanos somos expertos en discriminarnos hasta por el pedazo de tierra donde nacimos, pero a la muerte eso no le interesa, no lo tiene en cuenta, le vale un comino. ¿No les parece interesante ese atributo? En lo personal, me parece una bella cualidad que tiene la muerte respecto a los humanos, sobre todo su irreverencia, no respeta momento de gloria o desdicha para aparecerse, y arrebatar, personas del seno de su familia o amigos.
La incondicionalidad de la muerte, siempre te acompaña…en un carro a toda velocidad, en el acto del atracador, en una bala perdida, en una pareja celosa, en el hueso del pollo al comer,  e incluso en el jabón que dejes caer en el baño. Es decir, siempre está pendiente de uno, en cualquier momento aparece, sencillamente llega y sabe que nadie estará enteramente preparado para recibirla.
No anda con excusa alguna, los humanos somos expertos en sacar excusa hasta para sentir placer, la muerte sencillamente no pide permiso o espera un momento “oportuno” simplemente hace lo que le apetece sin excusarse, no dice “mejor mañana” y para colmo de males no dice “espéreme un minuto” no entiende de minutos, eventos, circunstancias ni nada, es decir no se anda con pendejadas al momento de actuar, no aplaza nada. Imaginemos, por un momento, nunca aplazar nuestra libertad y nuestros deberes ¿Cómo sería el mundo? ¿Cómo serían nuestras vidas?
Lo que conlleva a la seriedad de la muerte, en comparación a nosotros, su palabra es inmodificable, cuando es final es final, no valen sobornos o chantajes por otras personas. Cuando habla, es para siempre y para nosotros de malas, como hecho que es, hay dos salidas…asumirla o ignorarla, no por eso no dejará de existir. ¿No sería interesante por momentos tener ese atributo de la muerte? Cortar con círculos viciosos para siempre, personas nocivas, situaciones estresantes, amenazas a la propia integridad, es decir, cuando es el final se acaba y punto. No hay marcha atrás a nada

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